quarta-feira, outubro 05, 2011

Medvédev, la marioneta de Putin

Segundo o jornalista Rafael M. Mañueco do ABC, “el que manda y siempre ha mandado en Rusia es Putin y el guión lo escribió hace tiempo: Medvédev no ha sido más que una comparsa. El sábado, durante el congreso de Rusia Unida, el equivalente moderno del PCUS soviético, se despejó la incógnita que durante tanto tiempo venía flotando en el ambiente de la política rusa. La duda sobre si Dmitri Medvédev continuaría un mandato más, el segundo, al frente del Kremlin o volvería Vladímir Putin se aclaró a favor de éste último. Fue el propio Medvédev quien se hizo el harakiri y fue él quien lanzó la propuesta ante los delegados para que su mentor retome el poder absoluto durante los próximos seis años (doce, ya que seguramente repetirá en 2018).

Putin lo configuró todo de tal manera que no deja posibilidad alguna a otras fuerzas políticas

Hay que explicar aquí que la proclamación de candidato por parte de Rusia Unida, el partido mayoritario en el Parlamento y en casi todas las asambleas locales y regionales, equivale a ser de facto el presidente. Putin lo configuró todo de tal manera (manipulación de resultados electorales incluida) que no deja posibilidad alguna a otras fuerzas políticas. Entonces, si Medvédev lo ha hecho bien, si el famoso tándem ha funcionado, ¿por qué no tiene dos mandatos como los tuvo Putin entre 2000 y 2008? Antes eran de cuatro años. ¿Significa pues que, como muchos habían sospechado, Medvédev no ha sido más que un títere de Putin y su fin no ha sido otro que guardarle el trono desde 2008 hasta ahora? El hombre fuerte de Rusia pudo evitar tal componenda modificando la Constitución, lo que hubiera logrado sin ninguna dificultad, eliminando la limitación de que una misma persona pueda permanecer en el poder más de dos mandatos seguidos. Pero, para no ser equiparado con los dictadores centroasiáticos, Putin echó mano de Medvédev y presentó la fórmula como un tándem de elevada eficacia.

Más de lo mismo

Ahora descubrimos con toda nitidez lo que ya se adivinaba evidente: el que manda y siempre ha mandado en Rusia es Putin y el guión lo escribió hace tiempo. Medvédev no ha sido más que una comparsa. A su esposa Svetlana no se la permitió nunca ejercer como primera dama. Ese fue el primer indicio de que su marido era solamente una marioneta. El truco no ha servido para nada porque nadie en el mundo, y menos aún en Rusia, se tragó la mentira de que Medvédev sucedió a Putin en 2008 de forma natural y democrática. Fue un completo artificio. Y Putin se empecina ahora en seguir manteniendo la fábula, haciendo creer que el tándem continuará funcionando. Ha prometido que nombrará a Medvédev primer ministro. Sin embargo, al descubrirse los entresijos del montaje, Medvédev ha ardido como una tea. Todo el mundo en Rusia le percibe ahora como un perro faldero, como un apéndice de Putin, no como el presidente del país y tampoco como el futuro jefe del Gobierno. Los expertos del Instituto para la Globalización y los Movimientos Sociales de Moscú consideran que Medvédev «no será un primer ministro influyente. Su misión consiste en ser el blanco de las críticas por las medidas difíciles que habrá que tomar en adelante». El ministro de Finanzas, Alexéi Kudrin, uno de los más competentes en el actual Gobierno, advirtió ayer que dejará el cargo, si Medvédev es puesto al frente del Gabinete. Parece que lo más cualificado de la dirección rusa va a huir de Medvédev como de la peste. Lo cierto es que Medvédev levantó expectativas de cambio y la esperanza de que pudiera dar un sesgo a una política estancada, antidemocrática e inmersa en un sistema profundamente corrupto. Pero no, ha sido todo un engaño. Tendremos más de lo mismo, como mínimo, en los 12 años que vienen. El politólogo Gleb Pavlovski afirmaba el sábado que «Medvédev ha traicionado a quienes creyeron en él. Tendrá todo el derecho a inmolarse, pero no se entiende qué va a aportar de bueno en el nivel que le espera ahora”.

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