sábado, agosto 17, 2013

Cliff Bay seleccionado pelo jornal "El Mundo" para a lista dos "Hoteles para perderse en el mar"

Rinden homenaje al mar que tienen enfrente. Así están concebidos estos hoteles para sentir, oler y tocar el agua salada. Para disfrutar de sus atardeceres. Para gritar de emoción y sentirse vivo... mientras duren las vacaciones.
Una habitación con vistas y estrella... Michelin
Pocos hoteles pueden presumir de precipitarse sobre el Atlántico atravesando un descomunal acantilado con acceso directo al mar. The Cliff Bay, en Funchal, sí. Esconde más lujos, como el único restaurante con estrella Michelin de Madeira, Il Gallo d'Oro. En enero toca chocoterapia a destajo en la cocina (que no en el spa). En febrero, carnaval. Marzo: ruta culinaria a base de estrellas Michelin a la europea. Sigue abril con su Festival de las Flores en pleno lobby. Y mayo con raíces italianas asomando en cada plato gourmet. La lista continúa en junio con un fastuoso desfile de coches clásicos. A la propuesta automovilística se suma otra, el Rally del Vino, un mes más tarde. Tal cual. La cosa sigue: sesiones de jazz, cine, la Semana del Golf... Es cuestión de elegir y reservar (ya) habitación. Hay una propuesta (o dos) para cada mes del año. La nómina de eventos es una de las bazas particulares de The Cliff Bay, uno de los hoteles de la cadena lusa Porto Bay, con vástagos de primera clase repartidos por los enclaves más selectos de Portugal y Brasil.
Entre palmeras centenarias
Éste en cuestión se localiza en lo alto de un regio acantilado (literal) que se precipita sobre el Atlántico en el barrio de Lido de Funchal, la acogedora y super tropical capital de Madeira. Por algo, las impresionantes vistas a la bahía son uno de los puntos fuertes del hotel, cuyas nueve plantas van serpeteando a lo largo del barranco hasta llegar a una explanada con acceso directo al mar. De hecho, el Atlántico hace acto de presencia nada más poner un pie en el vestíbulo a través de sus ventanales. Es el paisaje que se obtiene también desde la mayoría de las espaciosas habitaciones (hay 201), en clave minimalista pero clásica, siempre en tonos suaves y siempre con balcón. Pero por si acaso, pídala con vistas al mar. Por algo el jardín exterior que va descendiendo por la ladera del acantilado es un imprescindible del hotel. Si a la idílica estampa se añaden palmeras centenarias, una tumbona, piscinas a granel (incluso cubiertas) y una poncha (un contundente licor de la isla a base de limón y miel), la foto está servida. Ya puestos, siempre se puede pedir una ensalada de marisco o un gigantesco pez sable (también típico de estos lares) en el The Blue Lagoon o el Cactus Bar.
Medallones de langosta
Aun así, la referencia culinaria del hotel es otra, Il Gallo d'Oro, el único restaurante con estrella Michelin de Madeira. En él ha arrancado este año La Ruta de las Estrellas, festival en el que participan chefs de toda Europa premiados por la prestigiosa guía para elaborar, mano a mano, varios menús. La partida española llegó con Diego Guerrero (Club Allard, Madrid) y Erlanz Gorostiza (M.B., Tenerife). El evento, sembrado de catas y talleres, recorre Portugal hasta noviembre, así que hay tiempo de reservar mesa. Mientras, las sugerencias salen del chef Benoït Sinthon, experto en cocina aromática creativa de inspiración ibérica y mediterránea. Ejemplos: cuscús alternativo, medallones de langosta, sinfonía de cerdo ibérico negro, pez loro o bacalao con garbanzos. Ya sólo quedaría una visita al spa (cubierto o al aire libre, hay para elegir: masaje tropical, vinoterapia, envoltura jet lag...) o un paseo hasta el centro de Funchal, a una media hora. Si no hay ganas de andar, existe transporte gratuito desde y hasta el hotel todo el día (fonte: texto de Isabel García, ABC)