"Chipre era una semidesconocida en las páginas de los medios
económicos hasta hace apenas ocho meses. El país tenía problemas e iba a ser
objeto de un rescate, pero pocos podían prever entonces la magnitud de la
catástrofe isleña. Todo cambió el pasado 15 de marzo tras una reunión en una
habitación de Bruselas. La troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo,
FMI) y Chipre gestaron allí el primer corralito de la historia de la Eurozona.
Habían condicionado el rescate de 10.000 millones de euros acordado para el
país a la ejecución de un bail-in en los depósitos no asegurados (superiores a
100.000 euros) de los bancos más importantes de la isla. Los más perjudicados fueron los usuarios del Banco Popular (Laiki) y el
Banco de Chipre (BdC), las dos mayores entidades del país sometidas a una
severa reestructuración. El Laiki fue desmantelado, sus depósitos, asegurados,
y sus activos saludables pasaron al BdC. En julio se decidió que la quita a las
cuentas no aseguradas de esa última entidad fueran del 47,5%. El dinero ha sido
convertido en acciones de escaso valor, dejando a miles de familias y empresas
al borde de la quiebra ocho meses después del Día D.
"Es el primer país que cumple al 100%"
Chipre ha pasado con nota todas las evaluaciones de sus acreedores desde
el rescate. De hecho, es el alumno más aplicado de la troika. “Es la primera
vez que hemos visto a un país cumplirlo todo al 100%”, admitió recientemente
una fuente de la Comisión Europea.
Esas alabanzas no le han salido gratis al país: se han dado después de
la aprobación de duras medidas de austeridad. El gasto estatal ha sufrido un
recorte medio del 10%. Eso incluye la reducción por escalas del salario de los
funcionarios en un 15% de media (sus sueldos estaban anteriormente entre los
más altos de Europa) y el cierre de la contratación pública hasta 2016 para
disminuir la carga del aparato estatal en los presupuestos. No se han escapado partidas sensibles, como la de la sanidad. Se ha
introducido un copago por acudir a hospitales de tres euros, o diez si es por
urgencias, con muy pocas excepciones; se salvan de pagar los beneficiarios de
pensionas públicas. “Antes todo el mundo iba gratis al médico, aunque tuvieran
millones, pero ahora van a pagar progresivamente”, explicó el presidente
conservador, Nikos Anastasiadis, durante una reciente reunión con la prensa
internacional. El Gobierno ha llegado a felicitarse por haber aprobado más medidas que
las requeridas por sus acreedores: “Hemos visto esta crisis como una
oportunidad para reestructurar completamente nuestro sector público”, admitió
el ministro de Economía, Haris Yeoryiadis. “El memorando (con la troika) nos
pidió un déficit del 4,5%, pero en nuestro presupuesto (para 2014) está fijado
el 3%”, añadió el joven funcionario. Admitió, aun así, que el próximo año será
incluso más difícil para los chipriotas.
Tanto él como el resto del Ejecutivo consideran un éxito la
recapitalización bancaria del país. Hasta 5.000 millones de euros procedentes
del rescate están todavía a disposición de Nicosia. Eso permite a Chipre
descartar la petición de más ayuda en los próximos meses y le proporciona un
colchón considerable ante posibles nuevas exigencias de sus acreedores.
Una economía destruida
Las condiciones del bail-in han afectado seriamente a la economía
chipriota, aunque en las últimas semanas ha empezado a verse el vaso sólo medio
vacío. La troika cree que el PIB se contraerá un 7,7% este año y un 4,8% el
próximo, antes de comenzar a recuperarse en 2015. Esos datos mejoran las
anteriores previsiones: los acreedores de Chipre habían pronosticado una caída
de 8,7 puntos en el PIB para 2013 y del 3,9% el año próximo. Nicosia es incluso
más optimista: cree que el PIB no caerá más de un 6% este año. Ese positivismo no es compartido por todos. “El ministro de Economía
está desesperado por mostrar estabilidad, pero parece que vamos a tener una
recesión duradera en vez de una rápida que se recupere de manera veloz”,
explica a El Confidencial el periodista Grigoris Persianis, editor del
semanario chipriota Kathimerini. Los expertos señalan el creciente paro como uno de los obstáculos para
el crecimiento: el desempleo afecta ya al 17,1% de la población. Esa tasa ha crecido
tres décimas desde el inicio del rescate, algo inaudito en una isla
acostumbrada en las últimas décadas a tasas de desempleo inferiores al 6%. El
problema se deriva del bail in. “Estamos destruyendo muchas empresas sanas
porque perdieron su dinero cuando utilizaron sus depósitos para recapitalizar
los bancos”, lamenta Marios Tsiakkis, secretario general de la Cámara de
Comercio e Industria chipriota. Muchos temen también que el espectacular incremento de la deuda pública
(equivaldrá al 127% del PIB en 2015 cuando en 2012 suponía el 86,6% del PIB)
pueda frenar las provisiones destinadas a la recuperación.
Escaparates vacíos
Ese retroceso económico ha comenzado a notarse en las calles del país.
Muchos comercios han bajado la persiana de manera temporal o definitiva. En las
zonas comerciales, sobre todo en los suburbios, cada día hay más escaparates
vacíos. Quienes mantienen su negocio abierto han visto cómo la clientela ha
descendido de forma alarmante. “La gente no quiere gastar ni un euro y eso está
lastrando la economía”, explica a El Confidencial Mikele Athanasopoulos, un
farmacéutico de la capital, Nicosia. Sus ingresos han descendido entre un 20% y
un 30% desde el corralito.
“Siguen gastando más o menos lo mismo en medicinas, pero el material de
herbolario, las cremas y el resto de productos accesorios ya no se venden. Ni
siquiera las solares. No sabemos cómo puede evolucionar todo esto”, comenta,
destacando la incertidumbre sufrida por los empresarios isleños. Se queja,
además, de las dificultades impuestas por las compañías extranjeras y locales:
“Ahora las farmacéuticas no aceptan vender a crédito, quieren todo el dinero ya
y eso es muy difícil para nosotros”, destaca Mikele.
“Las líneas de crédito se han roto”
El Gobierno tiene sobre la mesa la dura labor de encontrar soluciones al
sufrimiento de esos pequeños empresarios. Muchos son los problemas a resolver.
Uno de los más importantes es la reactivación del crédito bancario tras la
recapitalización de las entidades del país, un punto especialmente relevante
tras la incertidumbre creada por el recorte en el gasto público: “Las líneas de
crédito se han roto y las compañías que dependen de ese dinero están en
problemas. Tenemos empresas que no pueden cubrir su demanda por la falta de
crédito”, admite el ministro Yeoryiadis.
“Los problemas son muchos. No hay dinero en el mercado ni liquidez. El
interés de los préstamos es todavía alto y eso crea un problema de
competitividad”, aclara Tsiakkis, secretario general de la Cámara de Comercio e
Industria. El cierre del grifo de los préstamos ha afectado sobre todo al sector
privado, influyendo decisivamente en la supervivencia de las empresas. Eso crea
otro rompecabezas. A los expertos les preocupa el surgimiento de una gran
brecha entre el sector público, donde el empleo y los sueldos siguen siendo, a
pesar de los recortes, más o menos estables, y el privado. “En este país hay
70.000 empleados del sector público y 70.000 parados. Los salarios del sector
público son 1,5 veces mayores que los del privado”, comenta Persianis. Esa
diferencia está incrementándose aún más con los problemas derivados del
corralito. Los sucesos del pasado marzo han tenido, además, incidencia en el
turismo: el Gobierno estima que el número de llegadas al país descenderá un 5%
en 2013, con las consiguientes pérdidas para un sector privado ya al borde del
precipicio.
Todos esos problemas han contribuido a aumentar el número de personas
necesitadas de ayuda social. Por primera vez desde 1974 se han visto colas en
los comedores de la beneficencia, como explica la periodista Dorita Yiannakou,
quien califica de nociva la falta de confianza en las soluciones dadas hasta
ahora por los políticos. “Todo el mundo tiene miedo a perder su trabajo y
muchos graduados no dudan en salir del país”, explica. No ayuda la crisis política surgida por el desencuentro entre el
presidente Anastasiadis y el gobernador del Banco Central, Panikos Demetriadis.
El Gobierno le acusa abierta y veladamente de ser uno de los causantes del
desastre del país al no haber evaluado correctamente la situación desesperada
del Laiki Bank antes del corralito.
El gas, la gran esperanza
Solucionar esos problemas requiere nuevos planes económicos. El
Ejecutivo no oculta su intención de darle la vuelta al modelo de la isla en los
próximos años. Las finanzas chipriotas están profundamente centradas en los
servicios. El sector terciario, con una gran prevalencia en el comercio al por
mayor, los servicios financieros y el mercado inmobiliario, contabiliza el
82,6% de la producción. El Consejo de Ministros confía en poder dar una mayor importancia al
sector energético (hasta ahora superaba por poco el 2% del PIB) para cambiar el
rumbo de la isla. “Podemos ser los campeones comunitarios en energías
renovables. Cada vez que salgo de la capital, veo a más personas invirtiendo en
energía solar”, desvela el ministro Yeoryiadis. La gran esperanza del país, sin embargo, es el gas. Los geólogos creen
que en las aguas de la zona exclusiva económica chipriota podrían esconderse
hasta 200.000 millones de metros cúbicos de gas. La compañía norteamericana
Noble Inc. ya ha confirmado la existencia de un depósito que puede independizar
energéticamente a la isla durante los próximos 250 años y suponer un ingreso
anual cercano a los 1.000 millones de euros durante 14 años. Chipre se
convertiría así en la nueva Noruega europea. Los prestamistas del país han
optado, aun así, por no contar con esas estimaciones. Existen dudas razonables
sobre cuánto podrá extraerse finalmente, la calidad de los hallazgos y los plazos
de extracción.
Una de las mayores polémicas con respecto al gas surge por la oposición
de Turquía a su extracción si Chipre no se reunifica. La isla está dividida de
facto en dos estados, uno grecochipriota, al sur, y uno turcochipriota, al
norte, desde 1974, cuando el ejército turco invadió el lugar como respuesta a
un golpe de Estado que pretendía unificar a Chipre con Grecia. Ankara cree que los turcochipriotas del norte tienen derecho a disfrutar
de los beneficios de ese gas y ha amenazado con enviar barcos de guerra a la
zona si comienzan las extracciones. “Chipre es un país independiente reconocido
por Naciones Unidas y los pozos descubiertos están en la zona sur de la isla.
Turquía no tiene nada que ver con eso. Sin embargo, el gas sería un incentivo
positivo para reunificar la isla”, comenta Jaris Papacharalambous, director
general de la Agencia para la Promoción de la Inversión en Chipre. El proyecto gasístico chipriota incluye la construcción de una planta de
tratamiento y transformación del gas en suelo isleño. Se haría en cooperación
con Israel, país rico en gas y socio de Chipre en el mercado energético.
También está cercana la finalización de un cable submarino que conectará a la
isla con Grecia e Israel para transportar electricidad barata.
Otro de los grandes retos chipriotas es la construcción de casinos para
atraer más turistas. Esas atracciones habían estado prohibidas en el país hasta
hace unos meses. Ahora, son parte importante del plan para recuperar la isla.
“Estamos buscando inversiones para crear un gran complejo de ocio”, explica el
ministro de Energía, Comercio, Industria y Turismo, Yorgos Lakkotrypis.
El objetivo del Gobierno es, en definitiva, atraer a los inversores.
“Las compañías no se han ido de Chipre, es el capital lo que se ha marchado
pero las empresas internacionales siguen aquí. Hay que basar el país en cuatro
pilares. El sector naval (supone actualmente el 7% del PIB), el turismo, los
servicios financieros y el nuevo aporte que dará la energía”, comenta el presidente
Anastasiadis. A muchos les preocupa que la mayoría de los proyectos del llamado ‘nuevo
modelo’ económico sean costosos, inciertos y a largo plazo “Tardarán años en
ser terminados. El gas, por ejemplo, puede ser una maldición si no tomamos ya
las medidas estructurales que debemos tomar”, explica Mijalis Attalides, rector
de la Universidad de Nicosia.
La fuga de capitales: el golpe de gracia
Otro de los obstáculos para Chipre es la existencia de medidas de
control de capitales ocho meses después del corralito. La mayoría se ha
levantado, pero otras perviven, como la imposibilidad de retirar más de 300
euros al día de los cajeros. El Gobierno no planea acabar con ellas por lo
menos hasta la próxima primavera. Aun así, muchos chipriotas no están sacando el dinero de sus cuentas:
saben que una fuga de capitales podría suponer el golpe de gracia para el país.
“Si todo el mundo saca su dinero del BdC, la entidad caerá y lo perderán todo”,
reflexiona el periodista Persianis. También podría haber un motivo económico:
el Banco de Chipre sigue dando un rendimiento del 3% anual en sus depósitos. La
confianza en las entidades financieras, eso sí, no pasa por su mejor momento.
La corrupción y el blanqueo
Poco se comenta ahora sobre ello, pero una de las razones para pedir la
reforma económica de Chipre el pasado marzo fue la aparente laxitud en la
regulación e inspección de las operaciones financieras de esos bancos y las
empresas. La isla fue acusada de ser un centro de lavado de dinero
internacional, especialmente tras la publicación en la prensa de Alemania de un
informe elaborado por la inteligencia teutona apuntando ese extremo. Se señaló
especialmente a la comunidad rusa de la isla por negocios fraudulentos. “Lo que se contó fueron mentiras e infamias. Hay pruebas de ello porque,
antes de que se firmase el memorando, la Unión Europea había venido con una
compañía privada y demostró que no había nada de eso”, explica el presidente
Anastasiadis. Las conocidas auditoras Deloitte y Moneyball habían realizado
varios exámenes a las finanzas de la isla sin encontrar graves casos de
malversación. Si el objetivo era la mafia rusa, a quien urdió el plan le podría haber
salido el tiro por la culata. Seis rusos fueron elegidos como miembros de la
mesa directiva del BdC tras la reconversión de parte de los depósitos de la
entidad en acciones. Uno de ellos es un posible exagente del KGB aliado de
Vladimir Putin.
Sin disturbios… por el momento
Todos estos problemas inquietan a los chipriotas, pero, por ahora, no
les animan a tomar las calles. Los políticos isleños no han visto disturbios ni
protestas, a pesar de la aprobación de grandes medidas de austeridad y el
surgimiento de una gran recesión en el país. “Hay una gran aversión a la
violencia desde la invasión de 1974. La gente sabe que, aunque las cosas están
mal ahora, pueden ir todavía peor”, explica Attalides. “Nosotros somos griegos, pero vivimos en Chipre, y tenemos distintas
mentalidades”, comenta Anastasiadis. Eso no evita que muchos piensen que su
país ha sido parte de un experimento internacional. También el presidente lo
cree. “Les hemos dado la oportunidad de utilizarnos. Nos pusimos en una
condición en que pudieron usarnos como un experimento”, lamenta" (texto do
El Confidencial, com a devida vénia)