terça-feira, março 06, 2018

Los presos venezolanos comen ratas para matar el hambre

Comer basura o comer ratas a veces es la única opción en Venezuela. Alejandro Manuel Mago Coraspe, de 41 años, tuvo que mitigar su hambre en la prisión cazando ratas hasta que una de ellas –infectada– lo mandó al hospital Ruiz y Páez de Ciudad Bolívar, al sur del país. El recluso presenta un cuadro severo de desnutrición e intoxicación por haberse comido una rata probablemente envenenada. La salud de Mago Coraspe, encarcelado desde hace ocho meses por haber robado un coche, es precaria. Tiene las piernas y los pies inflamados, pero esto no le ha impedido contar su tragedia a la ONG «Una ventana a la libertad», que lucha por los derechos humanos en las cárceles venezolanas. Acostado en su cama clínica con un brazo esposado y una Biblia en la mano, el preso admite que no era la primera vez que comía ratas: «Yo las he comido varias veces, por la necesidad, por el hambre. Pero las que me comí recientemente no las mate yo, las agarré muertas del contenedor de basura que tenemos en el penal. Las cocinamos, pero quedaron como crudas. Así mismo las comimos. Yo creo que estaban envenenadas y por eso me cayeron mal. Las otras que me he comido las he matado yo», relató de forma pausada.

«Yo las he comido varias veces, por la necesidad, por el hambre. Pero las que me comí recientemente no las mate yo, las agarré muertas del contenedor de basura que tenemos en el penal».
Además de las afecciones provocadas por la ingesta de la rata, Mago presenta un cuadro de desnutrición severa por falta de proteínas, lo que le ha producido inflamación en las piernas y los pies. Natural de Cumaná, estado Sucre, no tiene familiares que le ayuden con el suministro de alimentos y medicinas en Bolívar.
Sin familia que le alimente
El recluso detalló que hay otros internos en su misma condición, es decir, sin familiares que les proporcionen alimentos. Se supone que el Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario debería garantizar la comida a los presos sin familia. Pero ya se ve que no es así. «Y a los que les llevan su comida, no van a dejar de comérsela para dársela a los otros», señala Mago. Ninguna autoridad regional, militar o del Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario se ha pronunciado por el caso que salió a la luz el pasado jueves, cuando a través de las redes sociales circuló el vídeo de la intervención quirúrgica que le realizaron a Manuel Mago. Humberto Prado, director de la ONG Observatorio Venezolano de Prisiones, ha denunciado que el hambre y la desnutrición afecta a más del 80% de la población penitenciaria por la escasez de alimentos. El 87% de los venezolanos vive por debajo del umbral de la pobreza y dos de cada tres ha perdido una media de 11 kilos en su peso, una situación de emergencia humanitaria (fonte: ABC)

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