Esta semana, Luis Carlos Díaz, uno de los locutores
que acompaña el espacio radial matutino que dirige César Miguel Rondón, uno de
los más escuchados en Venezuela y con casi tres décadas al aire, mostró una
arista de la crisis que silenciosamente ha arrasado con los periódicos en el
país. “Hoy fue la primera vez en 29 años que el programa de @cmrondon no tuvo
lectura de prensa impresa porque no llegó ningún periódico a la radio. Es una
industria en colapso debido a la censura gubernamental”, escribió en su cuenta
de Twitter.
Este 2018 han dejado de circular 26 diarios, 20 de
ellos cerraron definitivamente. La cifra corresponde a casi la mitad de los 55
diarios que han desaparecido desde 2013, de acuerdo con un estudio del
Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) que ha documentado la crisis del sector.
La muerte de los periódicos de papel, una profecía que empezó a merodear la
industria editorial desde la irrupción de lo digital, ha alcanzado mucho antes
a los diarios venezolanos, pero por otras razones. “Mucha de la prensa regional
y nacional ha cerrado o ha disminuido circulación, tirajes y números de
páginas. Hay zonas del país desprovistas de medios o donde solo llega la televisión
abierta, tomada por medios progubernamentales (por lo menos 15 canales de
alcance nacional), o la privada que está muy condicionada. La prensa local era
un hábito y está desapareciendo de una manera alarmante, en un momento donde
justamente hay una necesidad informativa mayor, en sectores donde la gente no
puede enterarse de lo que pasa ni tener información de contraste”, señala
Marianela Balbi, directora de IPYS. El Estado Portuguesa, en el centro-oeste
del país, perdió sus tres diarios regionales la última semana de agosto —El
Regional, Última Hora y El occidente de Portuguesa— justo después de la puesta
en marcha del paquete de medidas económicas de Nicolás Maduro, que ordenó un
aumento de sueldo inviable para muchas de las empresas. Con los cierres de los
diarios, decenas de periodistas y trabajadores de los medios han perdido sus
empleos, lo que ha puesto al Colegio Nacional de Periodismo —con más de 21.000
afiliados— en situación de emergencia. Julio César Rojas, de 37 años de edad,
era reportero de El Regional, un diario que tenía 33 años en funcionamiento en
Portuguesa.
“El periódico ya había paralizado sus actividades dos veces este
año, una vez por falta de planchas y otra por papel. Muchas veces las planchas
no se conseguían y teníamos que imprimir en Carora (una ciudad en el Estado
vecino de Lara). En marzo empezamos a salir en blanco y negro y ya en agosto,
con las medidas económicas, el dueño dijo que no podía más y decidió cerrar
definitivamente”, cuenta. Ninguno de estos medios regionales tiene versiones
digitales, por lo que el vacío informativo es mayor. Y como el Estado
Portuguesa, otras provincias venezolanas como Trujillo, Barinas, Monagas y
Sucre también se han quedado sin prensa local, de acuerdo con los reportes que
ha recibido IPYS. “Esto es un retroceso. Los periódicos siguen teniendo un
público y son necesarios no solo para informar sino que tienen un valor de
carácter legal para la publicación de carteles o citaciones judiciales”, agrega
Rojas, que sigue saliendo a la calle todos los días a reportear e informa a
través de sus redes sociales.
Hostigamiento y control
Desde la llegada de Maduro al poder, el Estado tiene
el monopolio de la venta de papel periódico e insumos para la industria
gráfica. En reiteradas oportunidades el sector ha denunciado la entrega
discrecional de los materiales, que ha obligado a los medios críticos con el
Gobierno a acudir al mercado paralelo de divisas para costear la operación para
subsistir. La escasez de efectivo, que se ha agravado en los últimos dos años,
también ha golpeado la venta de periódicos en quioscos. En agosto, El Nacional,
el único diario de circulación nacional crítico con el Ejecutivo, redujo su
circulación a cinco días por semana. Los sábados y los lunes no sale para
ahorrar papel. “El empeño por mantenernos fieles a nuestros valores no ha sido
fácil. Por fortuna, contamos con la solidaridad de otros diarios del continente
que nos concedieron, a través de préstamos generosos, bobinas de papel y otros
materiales que han permitido la continuidad del trabajo sin interrupciones. La
voluntad de permanencia condujo a importantes sacrificios editoriales como
bajar la paginación y suspender temporalmente productos. Ahora exploramos
nuevas posibilidades para seguir en el camino y por ello hemos tomado la
decisión de reducir a cinco el número de ediciones semanales”, explicaban en el
editorial que publicaron en portada el 19 de agosto. A esta situación se suma
el hostigamiento judicial. El Nacional -además de Tal Cual y el portal La
Patilla- enfrenta una demanda interpuesta por el número dos del chavismo
Diosdado Cabello, que sigue en curso y que podría acarrear multas
confiscatorias, advierte Balbi. “Este es un momento muy preocupante para la
libertad de información y de expresión. Tenemos además una nueva una nueva
notificación a los periodistas del portal digital Armando.info, que supone una
censura previa inaceptable en una sociedad democrática, sobre el caso de las
cajas de comida CLAP, en la que se les prohíbe mencionar el nombre de un empresario
vinculado al Gobierno. Sobre este caso también hemos sabido que la Comisión
Nacional de Telecomunicaciones ha notificado a los proveedores de Internet,
trasladando la presión a los proveedores del servicio”. Balbi también menciona
los bloqueos y ataques a páginas web de información y la coacción a empresas de
televisión por cable para censurar contenidos específicos, como sucedió el mes
pasado con el documental Venezuela: la huida de un Estado fallido, del canal
alemán Deutsche Welle, que no pudo ser visto en la señal venezolana por orden
del organismo regulador de las telecomunicaciones.
PERIODISMO ‘OFFLINE’ Y AMBULANTE
Medios digitales y emprendimientos venezolanos
tuvieron una presencia sin precedentes dentro de las nominaciones de este año
del Premio Gabriel García Márquez de la Fundación de Nuevo Periodismo
Iberoamericano. Esta semana se anunció que trabajos publicados en los portales
Runrunes, Efecto Cocuyo, La Vida de Nos, El Pitazo y la iniciativa El Bus TV
quedaron seleccionados para la competición. Este último, un noticiero que se
sube a los autobuses y que también tiene emisiones en las paradas y en las
colas, es muestra de un periodismo que persiste contra todo. Con más de año de
funcionamiento, soportado por estudiantes de Comunicación Social que leen las
noticias más importantes detrás de un marco de cartón que simula la pantalla de
un televisor, El Bus TV se hace más relevante en una Venezuela con menos medios
de comunicación. “Nuestra premisa es que no podemos esperar que la audiencia se
acerque a los medios. Desde hace 5 años, Conatel reseña que el acceso de
Internet llega a 60% del país y eso no mejora, cada vez menos personas tienen
teléfonos inteligentes en Venezuela y eso sumado al cierre de periódicos,
radios censuradas, ataques a portales web, demandas a periodistas, muestra un
panorama aterrador para el derecho a la información”, señala Laura Helena
Castillo, cofundadora y directora de El Bus TV.La periodista reconoce que con
la propuesta de periodismo offline van a contracorriente de la tendencia de
migrar a lo digital. De hecho, señala, la iniciativa es más parecida a la
primera versión de este oficio, en la que un pregonero gritaba las noticias en
una plaza. Con los titulares del día, información de utilidad y de servicio y
contenido hiperlocal siguen creciendo en varias ciudades del país. “Cuando te
subes al bus te das cuenta de que la gente no está informada. Por eso no solo
buscamos ser un atajo a la censura al estar cerca de nuestra audiencia, a veces
hombro con hombro porque los buses van cada vez más llenos, sino también ser
útiles para la gente en un momento de extrema necesidad y muchísima fragilidad
social”, agrega Castillo (El Pais)
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