"Con la guerra ya prácticamente perdida, Hitler se trasladó a Berlín a principios de 1945 y, una vez en la capital, los continuos bombardeos aéreos le obligaron de inmediato a recluirse en el claustrofóbico Führerbunker construido bajo los jardines de la Cancillería del Reich, del que apenas saldría ya a partir de entonces. Presidía su pequeño estudio un retrato de Federico el Grande, cuya contemplación le reconfortaba cuando recibía malas noticias, lo que, en aquellos días, sucedía con frecuencia. Por lo que, ante el deterioro constante de la situación y con la posibilidad de que Alemania quedase fragmentada a causa de los avances aliados, el 15 de abril, tomó la decisión de encargar al almirante Dönitz la defensa del oeste del Reich y al mariscal de campo Kesselring la de la zona sur. Ello debería de entrar en vigor si la interrupción de las comunicaciones le impedía al Führer dirigir personalmente las operaciones. Al día siguiente, los soviéticos iniciaban el asalto final a Berlín. El 20 de abril Hitler cumplió 56 años y ese día salió del búnker por última vez para condecorar, en los jardines de la propia Cancillería, a unos jovencísimos soldados, dispuestos aún a morir por él. Recibió también, como todos los años, la felicitación de los personajes más destacados del Reich. Todos le instaron a abandonar Berlín de inmediato y dirigirse a su residencia de Berchtesgarden, a lo que se negó alegando que quería permanecer junto a sus tropas en la batalla decisiva por la capital. El resto de los dirigentes nazis no consideró necesario, sin embargo, continuar junto a su Führer, a pesar de todos sus juramentos de lealtad. La premura con que se marcharon le decepcionó profundamente.
Abandono
Göring partió hacia Baviera para unirse a su familia, alegando que desde allí estaría en mejores condiciones para dirigir a la Luftwaffe, que aún permanecía bajo su mando. El gran almirante Dönitz, comandante de la Kriegsmarine, se dirigió al norte para continuar la lucha desde allí. Les siguieron Himmler, Reichführer de las SS, su mano derecha; Kaltenbrunner, director de la Oficina Central de Seguridad del Reich, y Albert Speer, Ministro de Armamento y Producción de Guerra. Aunque este último regresaría a los pocos días, en un penoso viaje, sólo con el fin de despedirse de quien se consideraba amigo personal.Eva Braundecidió quedarse en el búnker dispuesta a compartir el destino de su amado Führer. También se instaló allí con su familia el Ministro de Propaganda, Joseph Göbbels. La impotencia de Hitler ante el cariz que tomaban los acontecimientos desembocó, el día 22, en un acceso de cólera. Sintiéndose traicionado por aquellos en quienes confiaba, reconoció que la guerra estaba perdida y no tenía más órdenes que impartir a la Wehrmacht, amenazando con suicidarse… Superada, sin embargo, esa primera crisis, al día siguiente llegó un telegrama de Göring en el que, alarmado por lo ocurrido, reclamaba la entrada en vigor de la ley que le nombraba sucesor de Hitler en la jefatura del estado en caso de que éste quedara incapacitado para actuar. Bormann, siempre receloso del orondo mariscal del Reich, convenció al Führer de que el telegrama era un acto de traición, logrando que Göring fuera despojado de sus derechos sucesorios y obligado a dimitir de todos sus cargos. Cinco días más tarde, el 28, sufrió una decepción aún más amarga, al conocer la oferta de rendición incondicional que Himmler había hecho a los aliados occidentales. De inmediato, ordenó que se le detuviese o se le liquidase sin más.
Suicidio
El 30 de abril, con los soviéticos aproximándose a su búnker, tras haberse casado el día anterior con Eva Braun y habiendo dictado su testamento, se retiró junto con su esposa a sus aposentos privados, suicidándose ambos: ella con cianuro y él disparándose un tiro en la sien tras ingerir también cianuro. Los cadáveres serían quemados y sus restos enterrados apresuradamente en el jardín de la Cancillería. Con Hitler sucumbía también su creación, el Tercer Reich, que debía durar mil años y había sobrevivido poco más de un decenio.
Dönitz, el efímero sucesor del «Führer»
En su testamento Hitler nombraba su sucesor al gran almirante Karl Dönitz, jefe supremo de la Kriegsmarine. Cuando éste supo, el 1 de mayo, que el Führer había muerto, formó de inmediato un nuevo gobierno en el que no incluyó a ninguno de los más destacados dirigentes del partido nazi, instalándose en la ciudad de Flensburg, cerca de Dinamarca. El gobierno de Dönitz quedaría disuelto el 23 de mayo cuando todos sus miembros fueron detenidos por las tropas aliadas, dos semanas después de la rendición incondicional del Reich. Hasta el momento de la rendición, Dönitz hizo lo posible por contener a los soviéticos, mientras el mayor número posible de alemanes huía hacia la zona occidental" (texto do ABC, com a devida vénia)
Abandono
Göring partió hacia Baviera para unirse a su familia, alegando que desde allí estaría en mejores condiciones para dirigir a la Luftwaffe, que aún permanecía bajo su mando. El gran almirante Dönitz, comandante de la Kriegsmarine, se dirigió al norte para continuar la lucha desde allí. Les siguieron Himmler, Reichführer de las SS, su mano derecha; Kaltenbrunner, director de la Oficina Central de Seguridad del Reich, y Albert Speer, Ministro de Armamento y Producción de Guerra. Aunque este último regresaría a los pocos días, en un penoso viaje, sólo con el fin de despedirse de quien se consideraba amigo personal.Eva Braundecidió quedarse en el búnker dispuesta a compartir el destino de su amado Führer. También se instaló allí con su familia el Ministro de Propaganda, Joseph Göbbels. La impotencia de Hitler ante el cariz que tomaban los acontecimientos desembocó, el día 22, en un acceso de cólera. Sintiéndose traicionado por aquellos en quienes confiaba, reconoció que la guerra estaba perdida y no tenía más órdenes que impartir a la Wehrmacht, amenazando con suicidarse… Superada, sin embargo, esa primera crisis, al día siguiente llegó un telegrama de Göring en el que, alarmado por lo ocurrido, reclamaba la entrada en vigor de la ley que le nombraba sucesor de Hitler en la jefatura del estado en caso de que éste quedara incapacitado para actuar. Bormann, siempre receloso del orondo mariscal del Reich, convenció al Führer de que el telegrama era un acto de traición, logrando que Göring fuera despojado de sus derechos sucesorios y obligado a dimitir de todos sus cargos. Cinco días más tarde, el 28, sufrió una decepción aún más amarga, al conocer la oferta de rendición incondicional que Himmler había hecho a los aliados occidentales. De inmediato, ordenó que se le detuviese o se le liquidase sin más.
Suicidio
El 30 de abril, con los soviéticos aproximándose a su búnker, tras haberse casado el día anterior con Eva Braun y habiendo dictado su testamento, se retiró junto con su esposa a sus aposentos privados, suicidándose ambos: ella con cianuro y él disparándose un tiro en la sien tras ingerir también cianuro. Los cadáveres serían quemados y sus restos enterrados apresuradamente en el jardín de la Cancillería. Con Hitler sucumbía también su creación, el Tercer Reich, que debía durar mil años y había sobrevivido poco más de un decenio.
Dönitz, el efímero sucesor del «Führer»
En su testamento Hitler nombraba su sucesor al gran almirante Karl Dönitz, jefe supremo de la Kriegsmarine. Cuando éste supo, el 1 de mayo, que el Führer había muerto, formó de inmediato un nuevo gobierno en el que no incluyó a ninguno de los más destacados dirigentes del partido nazi, instalándose en la ciudad de Flensburg, cerca de Dinamarca. El gobierno de Dönitz quedaría disuelto el 23 de mayo cuando todos sus miembros fueron detenidos por las tropas aliadas, dos semanas después de la rendición incondicional del Reich. Hasta el momento de la rendición, Dönitz hizo lo posible por contener a los soviéticos, mientras el mayor número posible de alemanes huía hacia la zona occidental" (texto do ABC, com a devida vénia)